sábado, 14 de enero de 2017

Las ofensas de Trump a un periodista con Artrogriposis



Las ofensas de Trump a un periodista con artrogriposis causan dolor en un inmenso sector en la Sociedad
Desde la ofensa y el dolor que produce el Presidente electo de los Estados Unidos de América, que lo será de facto en unos días, y del que se espera, al menos, un mejor conocimiento de lo que significan tales sentimientos, quiero precisar -para conocimiento de EEUU (ante enfermedades de americanos) y de los españoles que pudieran aplaudir o justificar tales acciones mediocres-, los siguientes aspectos:

1º. El grotesco Presidente ofende al periodista, a mí y a otras muchas personas. Probablemente desconozca que la enfermedad no ocupa la Identidad. Así lo apostilla Ortega: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a mi circunstancia no me salvo a mí”. Esto significa que los que sufrimos una enfermedad, somos nosotros los que la llevamos a ella y no ella la que nos lleva a nosotros. En consecuencia, la enfermedad no nos da Identidad, mientras que ser ridículo sí da Identidad. 

2º. Una enfermedad ocupa un espacio, pero no nos da Identidad, mientras que el ser pertinazmente grotesco sí ocupa el espacio, dando color a la Identidad, del mismo modo que lo hace la falta de educación.

3º. El hecho de tener secuelas de polio puede conllevar dificultad motórica, al igual que otras enfermedades como la que padece el periodista verbalmente agredido. Ser hazmerreír por motivo de una enfermedad, es ser agresivo y violento, acción que se agrava por la categoría del cargo que posee el agresor.

4º. Todo acto imitativo hacia una enfermedad  que se haga desde el ridículo, lo único que consigue es ridiculizar aún más al personaje evidenciando un déficit de conocimientos y una ausencia de valores éticos, de empatía, y carencia de la responsabilidad que debe de poseer una persona de su cargo.

5º.  Los gestos imitativos señalan la diferencia entre el Ser y el Tener. Para el caso que nos ocupa, uno es a todas luces un grotesco mamarracho y yo tengo evidentes secuelas de polio. Dichas secuelas ni ocupan todo mi espacio ni me dan identidad. Yo soy la que llevo a la polio, y no ella a mí. Mientras que la falta de formalidad y compostura del grotesco Presidente sí que forma parte de su Identidad haciendo el ridículo. El verbo tener, no se une semánticamente a las bufonadas. Hacerlas sí que supone una acción, y las acciones se hacen no se tienen, lo que nos da su pertenencia a la Identidad, al Ser. Es un atributo.

Si Roosevelt levantara la cabeza, es fácil suponer a quien iba a dar una patada en el trasero desde su silla de ruedas. Roosevelt, vivo ejemplo de la diferencia entre tener secuelas de polio y ser poliomielítico, fue cuatro veces elegido Presidente de los EEUU de América. Murió trabajando en su despacho oval. ¿Qué vergüenza ajena no sentiría Roosevelt viendo tales indignidades como persona y ser el punto de mira de tanto hazmerreír por causa de su propio ridículo? ¿Qué le diría Roosevelt a Trump? A buen seguro que le diría de todo, menos bonito.

Los movimientos de las enfermedades no los enseñó la Dra. Pertejo para ser empáticos. Creo que por mi trayectoria profesional puedo hablar desde la cientificidad en lo referente a las enfermedades físicas y sus movimientos. La Dra. Pertejo dijo ante la primera risita: “Ando como persona con Parkinson, quien se ría sale de clase”. Desde el primer momento en el que la vimos nos dio la patología diagnóstica de la burla ante enfermedades. Desde mi profesión es allanamiento de morada el uso de un adjetivo no atributivo en la Identidad. Si un Presidente de Estados Unidos desconoce eso, no es óbice para que los españoles hagan lo mismo.

Lamento que los americanos no sepan hacer y decir lo que la Dra. Pertejo sentenció en su presentación como profesora, y no es más que decidir echar al Presidente de Estados Unidos por violento.

Lamento que los españoles todavía no sepan decir oficialmente: fulanito con esto o esto. Un buen amigo alemán me dijo hace más de 40 años que en Alemania había coches adaptados para “Personas con dificultad motórica”. Mi sorpresa fue inmensa al comprobar que los lingüistas españoles desconocían el término. Intento pues ayudar en lo que pueda desde la Psicología Clínica para paliar el daño a la Autoestima ante cualquier enfermedad. Es lamentable que no hagamos más esfuerzos en España para resolver este asunto, cuando en Alemania lo han resuelto hace más de 40 años y llenos de respeto ya definían “Persona con dificultad Motórica” lo que hoy se sigue llamando en España discapacidad, minusválido o subnormal. ¡Qué vergüenza!

No confundamos los términos. La enfermedad es un sustantivo no es adjetivo. Se dice que una persona tiene una discapacidad tal, y les puedo dar ejemplo de cómo hay que decirlo sin cosificación de las palabras y menos de las personas. Digo cuando es preciso: “Disculpe, soy Maruxa Oñate y tengo secuelas de polio. ¿Tendría la amabilidad de echarme una mano?”. A los efectos de lenguaje analicemos la frase: (1) Soy, del verbo Ser, da Identidad. Lo que me da Identidad es el nombre. Es un atributo de la persona. Este concepto se expone de manera explícita en “El hombre sin atributos” de Robert Musil. Su lectura es muy recomendable. (2) El verbo tener, es la enfermedad. Da la circunstancia, un añadido. Para esta idea me remito a Ortega.

Dra. Maruxa Oñate Español
Psicóloga Clínica
Colegiada Nº M-1407





2 comentarios:

  1. Si señora ,muy bien dicho enhorabuena por tus comentarios ,siempre aprendemos contigo y de ti .un beso

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  2. Gracias Conchi Otero, desde el deber considero que siempre estoy a mi altura, pero me gustaría, como en otros momentos, alguien se implicara un poco. La verdad, siento que las personas saben quejarse pero no las oígo decir, opinar, mantener un juicio ctico sin que se nos vaya la fuerza por la boca, sin hablar... Por eso te lo agradezco Conchi, esa era mi idea poder comunicar opinión y tú lo haces yo quiero también aprender de ti y de otros, un beso y gracias, Maruxa

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