Las
ofensas de Trump a un periodista con artrogriposis causan
dolor en un inmenso sector en la Sociedad
Desde la ofensa y el dolor que produce el
Presidente electo de los Estados Unidos de América, que lo será de facto en unos días, y del que se
espera, al menos, un mejor conocimiento de lo que significan tales
sentimientos, quiero precisar -para conocimiento de EEUU (ante enfermedades de
americanos) y de los españoles que pudieran aplaudir o justificar tales acciones
mediocres-, los siguientes aspectos:
1º. El grotesco Presidente ofende al periodista,
a mí y a otras muchas personas. Probablemente desconozca que la enfermedad no
ocupa la Identidad. Así lo apostilla Ortega: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si
no salvo a mi circunstancia no me salvo a mí”. Esto significa que los que
sufrimos una enfermedad, somos nosotros los que la llevamos a ella y no ella la
que nos lleva a nosotros. En consecuencia, la enfermedad no nos da Identidad, mientras
que ser ridículo sí da Identidad.
2º. Una enfermedad ocupa un espacio, pero no nos
da Identidad, mientras que el ser pertinazmente grotesco sí ocupa el espacio,
dando color a la Identidad, del mismo modo que lo hace la falta de educación.
3º. El hecho de tener secuelas de polio puede
conllevar dificultad motórica, al igual que otras enfermedades como la que
padece el periodista verbalmente agredido. Ser hazmerreír por motivo de una
enfermedad, es ser agresivo y violento, acción que se agrava por la categoría
del cargo que posee el agresor.
4º. Todo acto imitativo hacia una enfermedad que se haga desde el ridículo, lo único que
consigue es ridiculizar aún más al personaje evidenciando un déficit de
conocimientos y una ausencia de valores éticos, de empatía, y carencia de la
responsabilidad que debe de poseer una persona de su cargo.
5º. Los
gestos imitativos señalan la diferencia entre el Ser y el Tener. Para el caso
que nos ocupa, uno es a todas luces un grotesco mamarracho y yo tengo evidentes
secuelas de polio. Dichas secuelas ni ocupan todo mi espacio ni me dan identidad.
Yo soy la que llevo a la polio, y no ella a mí. Mientras que la falta de
formalidad y compostura del grotesco Presidente sí que forma parte de su
Identidad haciendo el ridículo. El verbo tener, no se une semánticamente a las bufonadas.
Hacerlas sí que supone una acción, y las acciones se hacen no se tienen, lo que
nos da su pertenencia a la Identidad, al Ser. Es un atributo.
Si Roosevelt levantara la cabeza, es fácil
suponer a quien iba a dar una patada en el trasero desde su silla de ruedas.
Roosevelt, vivo ejemplo de la diferencia entre tener secuelas de polio y ser
poliomielítico, fue cuatro veces elegido Presidente de los EEUU de América. Murió
trabajando en su despacho oval. ¿Qué vergüenza ajena no sentiría Roosevelt
viendo tales indignidades como persona y ser el punto de mira de tanto
hazmerreír por causa de su propio ridículo? ¿Qué le diría Roosevelt a Trump? A
buen seguro que le diría de todo, menos bonito.
Los movimientos de las enfermedades no los enseñó
la Dra. Pertejo para ser empáticos. Creo que por mi trayectoria profesional
puedo hablar desde la cientificidad en lo referente a las enfermedades físicas
y sus movimientos. La Dra. Pertejo dijo ante la primera risita: “Ando como persona
con Parkinson, quien se ría sale de clase”. Desde el primer momento en el que
la vimos nos dio la patología diagnóstica de la burla ante enfermedades. Desde
mi profesión es allanamiento de morada el uso de un adjetivo no atributivo en
la Identidad. Si un Presidente de Estados Unidos desconoce eso, no es óbice
para que los españoles hagan lo mismo.
Lamento que los americanos no sepan hacer y decir
lo que la Dra. Pertejo sentenció en su presentación como profesora, y no es más
que decidir echar al Presidente de Estados Unidos por violento.
Lamento que los españoles todavía no sepan decir
oficialmente: fulanito con esto o esto. Un buen amigo alemán me dijo hace más
de 40 años que en Alemania había coches adaptados para “Personas con dificultad
motórica”. Mi sorpresa fue inmensa al comprobar que los lingüistas españoles
desconocían el término. Intento pues ayudar en lo que pueda desde la Psicología
Clínica para paliar el daño a la Autoestima ante cualquier enfermedad. Es
lamentable que no hagamos más esfuerzos en España para resolver este asunto,
cuando en Alemania lo han resuelto hace más de 40 años y llenos de respeto ya definían
“Persona con dificultad Motórica” lo que hoy se sigue llamando en España
discapacidad, minusválido o subnormal. ¡Qué vergüenza!
No confundamos los términos. La enfermedad es un
sustantivo no es adjetivo. Se dice que una persona tiene una discapacidad tal,
y les puedo dar ejemplo de cómo hay que decirlo sin cosificación de las palabras
y menos de las personas. Digo cuando es preciso: “Disculpe, soy Maruxa Oñate y tengo
secuelas de polio. ¿Tendría la amabilidad de echarme una mano?”. A los efectos
de lenguaje analicemos la frase: (1) Soy, del verbo Ser, da Identidad. Lo que
me da Identidad es el nombre. Es un atributo de la persona. Este concepto se
expone de manera explícita en “El hombre sin atributos” de Robert Musil. Su
lectura es muy recomendable. (2) El verbo tener, es la enfermedad. Da la
circunstancia, un añadido. Para esta idea me remito a Ortega.
Dra. Maruxa Oñate Español
Psicóloga
Clínica
Colegiada Nº M-1407
Si señora ,muy bien dicho enhorabuena por tus comentarios ,siempre aprendemos contigo y de ti .un beso
ResponderEliminarGracias Conchi Otero, desde el deber considero que siempre estoy a mi altura, pero me gustaría, como en otros momentos, alguien se implicara un poco. La verdad, siento que las personas saben quejarse pero no las oígo decir, opinar, mantener un juicio ctico sin que se nos vaya la fuerza por la boca, sin hablar... Por eso te lo agradezco Conchi, esa era mi idea poder comunicar opinión y tú lo haces yo quiero también aprender de ti y de otros, un beso y gracias, Maruxa
ResponderEliminar